Formación Constelaciones Familiares ( Fin de semana ) : El yo nombrado, un nombre un destino
Profesora
Fecha
11 mayo, 2024 10:00 am
Dirección
(Espai Dodecaedre) Carrer del Dos de Maig 202, baixos 3 , Barcelona, España
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- El transgeneracional y los nombres en el árbol.
- El nombre propio y su origen.
- El niño de reemplazo
- La elección del nombre en función de una relación amorosa.
- El simbolismo de los nombres bíblicos.
- Sentido de los nombres compuestos.
- Un nombre nuevo en la familia.
- El sentido del nombre mixto, identidad masculino-femenina.
- Visualizaciones.
- Movimientos sistémicos y constelaciones.
- Puesta en común y comprensión de los movimientos vistos en las constelaciones.
El nombre es el destino
¿Tiene importancia como se llaman las personas, las cosas o las ideas?
Es decir, ¿juega algún papel trascendente el nombre que asignamos a los elementos de la realidad -física o en proyecto- o es simplemente una etiqueta poco importante que podría sustituirse por un conjunto numérico? ¿Hay un valor diferencial, alguna energía valiosa en el nombre de nosotros mismos que haya que tener en cuenta y valga la pena aprovechar?
Parece que las cosas solo existen si pueden nombrarse. Dice un antiguo lema de la comunicación, que lo que no tiene nombre no existe.
En publicidad se suponía que si no salía en la tele no existía y ahora que si algo no está en internet es que no tiene valor o no es real.
Porque la existencia de las cosas, sólo toma realidad en el momento justo en que las vemos e identificamos al nombrarlas.
Conforme las cosas aparecen, van teniendo nombre. ¿O es al contrario? Como dice la Biblia, “En el principio fue el verbo…”, pues nombrar las cosas, como también afirma la Cábala, es darles existencia, crearlas sacándolas del limbo de la no identidad, de la no identificación.
Es indudable que el valor de las palabras es superior al que expresan un conjunto de caracteres reconocibles y que expresan un contenido simbólico y comunicacional tanto por su forma como por su significado.
Una palabra designa un objeto o una idea y para los antiguos encarnaba el alma de ese objeto, su naturaleza misma, sus cualidades.
Es evidente la fuerza que en nuestra mente representan palabras tales como: agua, cielo, dolor, muerte, niño, alegría, tierra, madre, luz, amor, cuerpo, vida, árbol, aire… en cualquier lengua, su poder de evocación y el efecto de transmisión de contenidos, de datos físicos y emociones.
A fin de cuentas el hombre es un animal simbólico y su interrelación con el medio y sobre todo con otros seres humanos es a través del símbolo.
Y el nombre, como resumen, como síntesis de la identidad de alguien o algo, concentra todos sus valores, su oculta y verdadera identidad.
El nombre sigue encarnando y condensando la esencia de las cosas, su significado profundo, su naturaleza real.
La elección de un nombre es un asunto crucial que debe ser enfocado de manera adecuada, ya sea un nombre artístico, una nueva empresa, un nuevo producto, un proyecto, una ubicación, un adjetivo. En este sentido se hace más presente que: el nombre es un presagio.
No conocemos a nadie hasta que sabemos su nombre, hasta que se presenta o es presentado.
El nombre automática e instintivamente es un medio portador que incorpora significados relevantes para la persona que lo identifica. Identificar es diferenciar de otros y eso se realiza a través de la asignación de valores y características. Y al identificar podemos recordar, tener en consideración, apreciar, repetir.
Finalmente, el nombre de pila puede forjar un destino, razón por la cual es absolutamente fundamental conocer los motivos por los cuales nos dieron el nuestro, nuestros padres.
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